sábado, 20 de julio de 2013

Lobo, lobito...


Canis lupus baileyi

Es asombroso como los sentimientos de alegría y frustración pueden mezclarse en tan solo unos cuantos segundos.  Me explico; me encontraba, como siempre desde hace varios años, viendo las novedades sobre vida silvestre que se publican en uno de los más famosos grupos sociales.

La noticia que ví era extraordinaria; después de 50 años, el Centro de Rehabilitación del Parque Nacional de Sochi al suroeste de Rusia, había hecho posible que dos leopardos persas - Panthera pardus saxicolor- nacieran para renovar esperanzas de reintroducción de la especie a las montañas del Cáucaso, existen menos de 1,300 individuos en estado salvaje.  Esas noticias son raras, especiales, y llenas de esperanza.

Acto seguido, me recordé que hace ya muchos años, entre 1988 y 1989, fui testigo de un caso extraordinario de reproducción exitosa del lobo mexicano.  Al menos un colega bioquímico sabe esta historia:   En ese entonces, dos entusiastas jóvenes veterinarios habían ido al Zoológico de San Cayetano para administrar los programas de sanidad y reproducción de los animales que ahí se encuentran.  En el corto lapso de tiempo que me tocó convivir con ellos, habían terminado un reporte preliminar del éxito de sus esfuerzos para lograr que dos lobos mexicanos puros pudieran tener cachorros.  En ese entonces hablaron de cuatro en la camada.  El logro era especial porque ambos habían sufrido una serie de penalidades desde la poca cantidad de recursos que llegaban para alimentarlos, hasta ir recorriendo las carnicerías del pueblo de San Cayetano para convencer a los dueños de que les donaran carne para poder balancear la dieta de los lobos de mejor manera.  Los administradores de los recursos del gobierno federal pensaban que con sacos de alimento seco para perro tenían más que suficiente.

Ambos se fueron poco tiempo después a seguir con sus carreras, si no mal recuerdo, se fueron fuera del país a proseguir su preparación con estudios de post-grado.

Volviendo a la realidad del 2013, me he dado cuenta que el lobo mexicano está extinto en vida salvaje, este lobo es el más pequeño de todos y su adaptación al desierto de Sonora y Chihuahua fue extraordinaria.  Nuevamente, el reclamo de tierras de cultivo y ganadería lo fueron empujando gradualmente a la extinción.  Me entero que Arizona y Nuevo México declararon la zona, a mediados del siglo XX, como “Zona libre de lobos”.  Frase triunfalista que demuestra el poco conocimiento ambiental que se tenía y aún se tiene.

El artículo que leí indica que hay en cautiverio alrededor de 500 individuos en diferentes zoológicos entre Canadá, Estados Unidos y México.  Hay 48 individuos en México y 155 en Estados Unidos, no se reporta la cantidad que se tiene en Canadá  y se cree (por no perder la esperanza), que hay algunos individuos libres en las zonas serranas.

Sigo insistiendo, hay recursos de sobra para la destrucción pero no hay recursos para la construcción y reparación del medio ambiente.  El lobo mexicano muere como todos los lobos en el mundo, orgulloso, solitario, enigmático, perseguido, pero nunca pidiendo tregua.


http://www.ibiologia.unam.mx/pdf/lobo.pdf