Hace unos cuatro días
me encontraba nadando haciendo unas “albercas”.
Ese día decidí hacer 1,500 metros para construir, según yo, mayor
condición acuática y empecé a nadar en estilo libre. Estaba llegando a los 1,100 metros cuando
empecé a oír música por debajo del agua.
Creo que cualquier persona que ha escuchado música debajo del agua
tendría una reacción similar a la mía; es decir, sorpresa, después tratar de
localizar el sonido y por último darse cuenta que en el agua el sonido viaja más
rápido que en el aire y para el oído humano es imposible determinar la fuente
de este.
El sonido en el agua
es sumamente fastidioso, las notas agudas adquieren una forma de vibración que
molesta sobremanera el tímpano y a pesar de que no sentí dolor, si sentí ese
malestar que se tiene cuando algo puntiagudo es arrastrado en una pared y el
malestar recorre toda tu espina dorsal.
Este acontecimiento
disparó una reflexión sobre la contaminación auditiva que han de sufrir los
peces y mamíferos marinos, e inmediatamente pensé en los delfines. Según los expertos, hay 42 especies de
delfines de las cuales 38 son marinas y 4 rivereñas. De las 38 marinas una de ellas se descubrió
recientemente.
Como todo mundo
sabemos, los delfines son mamíferos marinos que nos atraen más tanto por su
inteligencia, muchas veces probada, por su conexión con los humanos, y por ser
las estrellas principales en cualquier mundo marinos.
Los delfines no la
tienen fácil en su medio natural, la contaminación continua que hemos hecho de
los mares los han enfermado una y otra vez, siendo la más mortal, la
contaminación de mercurio. Los delfines
son perseguidos y cazados por ciertos países.
Los pescadores los acorralan y los dejan por varios días sin oportunidad
de alimentarse, después se escogen aquellos delfines juveniles que pueden ser
vendidos vivos para los delfinarios y los parques acuáticos, y por último, los
que quedan, son masacrados para vender su carne.
En su medio natural,
tienen encuentros desafortunados con los plásticos que se encuentran en los
parches de plástico alrededor del mundo, no encuentran suficiente alimento
debido a la pesca indiscriminada que los humanos hacemos de los mares y por
último, son víctimas de pruebas submarinas de cañones de ultra sonido que dañan
su sentido de dirección provocando, en diferentes ocasiones, los varamientos
masivos.
Todas las especies
están amenazadas, pero unas están extintas en esta década o a punto de
extinguirse. Las más delicadas son las
especies de agua dulce; araguaia (1,000 individuos); delfín rosado (no se tiene
un conteo); baiji (considerado extinto); y el delfín del río de la Plata.
Dentro de las
especies marinas, hay unas en estado crítico de extinción; como, el delfín de
Héctor y su subespecie, el delfín de Maui (quedan 55 individuos); y la vaquita marina (no más de 150 individuos).
La causa principal
del estado crítico de extinción de estas especies es la actividad humana. Es de suponer entonces, que las mismas
actividades humanas podrán proveer a estas especies de delfines la oportunidad
de recuperarse y de seguir habitando este planeta. Es importante que los organismos
internacionales declaren santuarios marinos que permitan la recuperación de
estas especies y que prohíban la caza y comercialización de cualquier delfín
sea vivo o procesado. Es importante así
mismo, que los países en donde se encuentran los delfines de río adopten este
mismo tipo de acciones para darles la misma oportunidad de recuperación y sobrevivencia
a los delfines de río.
¿De qué lado quieres
estar?