domingo, 15 de junio de 2014

Delfines...


Hace unos cuatro días me encontraba nadando haciendo unas “albercas”.  Ese día decidí hacer 1,500 metros para construir, según yo, mayor condición acuática y empecé a nadar en estilo libre.   Estaba llegando a los 1,100 metros cuando empecé a oír música por debajo del agua.  Creo que cualquier persona que ha escuchado música debajo del agua tendría una reacción similar a la mía; es decir, sorpresa, después tratar de localizar el sonido y por último darse cuenta que en el agua el sonido viaja más rápido que en el aire y para el oído humano es imposible determinar la fuente de este.

El sonido en el agua es sumamente fastidioso, las notas agudas adquieren una forma de vibración que molesta sobremanera el tímpano y a pesar de que no sentí dolor, si sentí ese malestar que se tiene cuando algo puntiagudo es arrastrado en una pared y el malestar recorre toda tu espina dorsal.

Este acontecimiento disparó una reflexión sobre la contaminación auditiva que han de sufrir los peces y mamíferos marinos, e inmediatamente pensé en los delfines.   Según los expertos, hay 42 especies de delfines de las cuales 38 son marinas y 4 rivereñas.  De las 38 marinas una de ellas se descubrió recientemente.

Como todo mundo sabemos, los delfines son mamíferos marinos que nos atraen más tanto por su inteligencia, muchas veces probada, por su conexión con los humanos, y por ser las estrellas principales en cualquier mundo marinos.

Los delfines no la tienen fácil en su medio natural, la contaminación continua que hemos hecho de los mares los han enfermado una y otra vez, siendo la más mortal, la contaminación de mercurio.  Los delfines son perseguidos y cazados por ciertos países.  Los pescadores los acorralan y los dejan por varios días sin oportunidad de alimentarse, después se escogen aquellos delfines juveniles que pueden ser vendidos vivos para los delfinarios y los parques acuáticos, y por último, los que quedan, son masacrados para vender su carne.

En su medio natural, tienen encuentros desafortunados con los plásticos que se encuentran en los parches de plástico alrededor del mundo, no encuentran suficiente alimento debido a la pesca indiscriminada que los humanos hacemos de los mares y por último, son víctimas de pruebas submarinas de cañones de ultra sonido que dañan su sentido de dirección provocando, en diferentes ocasiones, los varamientos masivos.

Todas las especies están amenazadas, pero unas están extintas en esta década o a punto de extinguirse.  Las más delicadas son las especies de agua dulce; araguaia (1,000 individuos); delfín rosado (no se tiene un conteo); baiji (considerado extinto); y el delfín del río de la Plata.

 


Dentro de las especies marinas, hay unas en estado crítico de extinción; como, el delfín de Héctor y su subespecie, el delfín de Maui (quedan 55 individuos); y  la vaquita marina (no más de 150 individuos).

 


La causa principal del estado crítico de extinción de estas especies es la actividad humana.  Es de suponer entonces, que las mismas actividades humanas podrán proveer a estas especies de delfines la oportunidad de recuperarse y de seguir habitando este planeta.  Es importante que los organismos internacionales declaren santuarios marinos que permitan la recuperación de estas especies y que prohíban la caza y comercialización de cualquier delfín sea vivo o procesado.  Es importante así mismo, que los países en donde se encuentran los delfines de río adopten este mismo tipo de acciones para darles la misma oportunidad de recuperación y sobrevivencia a los delfines de río.

¿De qué lado quieres estar?