Hace aproximadamente
unos cuatro días tuve la oportunidad de ver un par de noticias que en especial
me hicieron reflexionar profundamente sobre las características humanas; en
especial, las basadas en la ética y moral.
Las dos historias contienen elementos terribles de vileza y avaricia humana
así como de misericordia y humanismo.
En el mes de junio,
se dio a conocer la noticia que el elefante llamado “Satao” había muerto. Satao era un elefante africano del género Loxodonta. El era parte de la fauna del gran parque de
Tsavo en Kenia y era el orgullo del parque porque representaba el éxito de los
esfuerzos de conservación del parque.
Sus colmillos eran tan grandes que casi tocaban el suelo y era de los
últimos “tuskers”.
A sus 45 años era uno de los elefantes machos
más grandes y majestuosos de Tsavo Y sin duda el más conocido por los Turistas
y los guardias del parque. Pero sus
colmillos representaban una pequeña fortuna para alguien. Hay anécdotas que
registran que haciendo gala de su gran inteligencia Satao solía esconderse y
esconder sus grandes colmillos para evitar ser cazado por los cazadores
furtivos. Al final, Satao perdió la batalla
contra la avaricia y el deseo mezquino de algún comprador (se supone de
Tailandia, China o Vietnam), de poseer los impresionantes colmillos de Satao.
La administración del
parque indica que Satao ya había tenido diferentes enfrentamientos con los
cazadores furtivos que estuvieron utilizando lanzas y flechas envenenadas para
acabar con su vida. En por lo menos una ocasión, el equipo veterinario del
parque atendió a Satao de sus heridas para sacarlo adelante. Tiempo después Satao murió, murió a principios de junio
víctima de las acciones ilegales de los cazadores furtivos que tuvieron que
perseguirlo durante cerca de 100 kilómetros.
Una vez en el suelo, los cazadores le destrozaron la cara para quitarle
los colmillos con valor calculado a 100,000 euros.
Durante 45 años Satao
fue cuidado en el parque, pero la tecnología, el afán de lucro, los grupos de
cazadores furtivos desbocados lograron por fin el estúpido objetivo. Los cazadores que tiraron las lanzas que lo
mataron han de haber recibido un máximo de 100 euros entre todos que
seguramente se beberán en una cantina en un fin de semana. Los intermediarios ganarán la gran parte del
valor de los colmillos que terminarán decorando una casa millonaria de una
persona desprovista de todo sentido de conservación y de respeto a la vida
salvaje.
La otra noticia se
refiere a Raju. Raju es un elefante
indio de la especie Elephas maximus, que
ha vivido durante 50 años en cautiverio.
Su historia se encuentra plagada de vejaciones y abusos por parte de los
seres humanos. Fue vendido en
incontables ocasiones para hacer el trabajo que se le indicaba cada vez. Terminó siendo un elefante que era utilizado
para pedir limosna en una especie de circo.
La historia de su
liberación indica que unos activistas en protección ambiental lo vieron
totalmente desnutrido y atado con una especie de cadena con clavos que se le
enterraban cada vez que caminaba. Los “dueños”
de Raju no querían dejar ir al elefante y lo amarraban todas las noches con una
serie de cadenas muy ajustadas al cuerpo de Raju.
Una noche al
principio de este mes de julio, dos personas se acercan a Raju, una filma y la
otra corta y deshace los nudos y las cadenas que tiene en las patas. Raju está totalmente atento a las acciones de
estas personas. Al quitarle la cadena de
clavos de las patas, los rescatistas reportan que Raju lloró. Para poder liberar a Raju fue necesaria la intervención
de 10 expertos en vida animal y 30 oficiales de la ley. Fueron necesarias ocho horas para liberarlo
Raju está ahora en un
santuario que es administrado y dirigido por esta asociación protectora de
elefantes en la India
Estos dos hechos desnudan terriblemente el quehacer humano frente a los otros seres vivientes
del planeta. Crueldad, avaricia,
salvajismo, altruismo, misericordia, gratitud.
Bien dice aquel famoso cuento Sioux.
El lobo que tu alimentas es aquel que ganará la batalla entre el lobo
malo (odio, ira, envidia, celos), y el lobo bueno ( alegría, paz, amor, esperanza,
compasión). ¿Qué lobo desearías alimentar
tú?